La cruz y el rojo son elementos que me atraen, no sólo a nivel visual sino también conceptual, ya que albergan nociones antagónicas entre sí, como son la vida y la muerte o el amor y la violencia.
Así, la cruz nos puede remitir a la idea del martirio y muerte, pero desde la perspectiva cristiana, ésta es la prueba máxima del amor de Dios por la Humanidad, representando la vida eterna y la promesa de salvación.
Del mismo modo, el rojo es el color de la sangre, sustancia necesaria para la vida, pero a la vez, rastro de muerte; representación tanto de la pasión y el amor como de la violencia; color del poder terrenal, al igual que del fuego infernal y del diablo, de lo prohibido o peligroso.
Utilizando este paralelismo simbólico, en De la cruz y lo rojo hago coincidir ambos conceptos en un mismo escenario para crear una serie de imágenes que, trascendiendo estas lecturas culturalmente adoptadas, inviten a construir nuevas narraciones e interpretaciones.